Desde inicios del siglo XXI 4.5 millones de personas han muerto en el Gran Oriente Medio, víctimas de las guerras allí impulsadas principalmente por EEUU y sus aliados en la OTAN, en Afganistán, Irak, Pakistán, Siria y Yemen.
Y cientos de miles han muerto también en Africa, producto tanto de tensiones internas como de la intervención occidental directa o indirecta, en Libia, en la región del Sahel (Niger, Mali, Burkina Faso, Chad, República Centroafricana), Sudan, Sudán del Sur, Eritrea, Etiopia y Mozambique.
Todo ello – guerras, muertes – en medio de un silencio cómplice por parte de gobiernos, medios de comunicación y opinión pública occidentales.
En claro contraste con lo anterior en 2023 estamos asistiendo a una guerra igual de criminal que las anteriores (500.000 muertes), ampliada con la invasión del ejército ruso en Ucrania , de la que sin embargo en este caso los grandes medios de comunicación occidentales nos informan a diario solo de las atrocidades rusas, trasmitiendo únicamente la versión del gobierno ucraniano y de la OTAN, y silenciando versiones diferentes.
Sobre todo eso hablaremos, de los silencios, de la censura y de la manipulación, es decir de la propaganda usada por todas las partes en contienda como un instrumento imprescindible para ganar todas las guerras.